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Crisis reputacional en el fútbol español, una cuestión de egos

Menudo choque de trenes el que hemos vivido esta semana en el fútbol español. El anuncio del fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid y su inmediato despido como seleccionador ha conmocionado a todo el país. Y a tan solo 48 horas del estreno mundialista de la selección española ante Portugal.

Desde el primer minuto, tanto la opinión pública española como los medios de comunicación nacionales e internacionales, se dividieron en dos posicionamientos claros: los que se mostraron a favor de la decisión y los que se posicionaron en contra. Pero un sentimiento sí era común a todos; ¿de verdad era necesaria esta crisis a solo dos días de comenzar el Mundial? ¿Por qué no esperar a comunicarlo después del campeonato o cuando España finalice su participación?

Echando un vistazo a las crónicas periodísticas en las que se narra de manera pormenorizada las 24 trágicas horas vividas en la concentración española surge una pregunta: ¿la crisis que se ha generado es un error de gestión o un error de comunicación?

Lo que es claro es que el espectáculo ofrecido ha impactado negativamente en la reputación del Real Madrid al que se le acusa de deslealtad hacia la selección y de gestionar negligentemente la comunicación del fichaje del entrenador. También ha impactado negativamente en la FEF y en la selección que ha visto reducida su credibilidad como candidata seria a levantar el título de campeona del mundo. Lo que es seguro es que este problema ha sido generado por el choque de tres egos. El de Luis Rubiales, el de Florentino Pérez y el de Julen Lopetegui.

Entrando al detalle se pueden extraer las siguientes conclusiones de esta crisis de reputación desde una perspectiva comunicativa:

  • El Real Madrid no podía esperar más de un mes sin comunicar la contratación de un entrenador. Este hecho generaría incertidumbre entre su afición y sus socios. Debilitaría su fortaleza, influencia y credibilidad como club, como marca, generaría dudas sobre el proyecto deportivo y afectaría a las negociaciones de los fichajes que necesita hacer.
  • La reputación e imagen de Florentino Pérez como presidente se encontraba debilitada. Pese a haber ganado su 13ª Champions, la dimisión de Zinedine Zidane había dejado “tocado” tanto al Real Madrid como a su presidente, que no pudo retener al exitoso y querido entrenador. Necesitaba un golpe de efecto para dar confianza a todos los estamentos del club, a la afición y al mercado de fichajes.
  • El fichaje de Lopetegui por el Real Madrid iba a ser polémico se anunciara antes o después del Mundial.
  • La precipitación de Julen Lopetegui al anunciarlo internamente en la concentración sin esperar la llegada del presidente de la FEF y sin acordar cómo comunicarlo internamente en la institución y a los medios de comunicación. Se precipitó por temor a filtraciones que podían dinamitar la concentración de la selección, o por la ilusión personal por el acuerdo irrechazable. O consecuencia de un mal asesoramiento…
  • El Real Madrid no quiso esperar y consensuar una acción de comunicación con la FEF pese a que Luis Rubiales se lo solicitara así a Florentino Pérez. Tanto el club como el entrenador hablan de “ser transparentes”. Pero el Real Madrid realizó el anuncio unilateralmente minutos después de esos cruces de llamadas. No hubiese supuesto mucho esperar 2 ó 3 horas para coordinar una acción de comunicación conjunta -y leal- que informase de otra manera sobre el fichaje y no generara tanta polémica.
  • El Real Madrid no midió la reacción de Rubiales. Como bien lo cuenta Rodrigo Errasti en su crónica para Colpisa. Tampoco lo midió Julen Lopetegui. Creían que el anuncio 2 días antes del arranque del Mundial garantizaría la continuidad de Lopetegui en el banquillo de la selección. No fue así.
  • Múltiples fuentes de información: demasiadas personas sabían del potencial fichaje. Miembros de la FEF, los jugadores del Real Madrid, el representante del seleccionador, etc. Demasiadas fuentes, demasiado ruido, muchas potenciales filtraciones informativas si se esperaba más tiempo a comunicarlo.

Pero en esta crisis esperpéntica no todo es malo. Ha habido aciertos, como si de una acción coordinada se tratase (tal vez está ahí el acierto) que han ayudado a que la decisión de Rubiales gane enteros en términos de credibilidad, transmita confianza a la opinión pública y rebaje la tensión del momento:

Semana de pasión que puede pasar a anécdota si esta tarde ganamos a Portugal. Si no ganamos, la crisis se agrandará y habrá que estar atentos a cómo se gestiona. Todo o nada… Alea jacta est.

 

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